La actividad social consiste en la relación que se produce entre las personas que viven en un mismo lugar. Esta relación hay que trabajarla para poder sobrevivir en armonía. En ocasiones no es una tarea fácil y requiere esfuerzo por todas las partes implicadas.
Actividad social como hábito de vida saludable
El tener una vida social activa es un signo claro de salud. La interacción con otras personas trae de la mano la utilización de la mente. Como consecuencia, te mantienes activo y sano. La comunicacion a través del lenguaje es la clave. Necesitas establecer contacto habitual con la gente de tu entorno para sentirte mejor. Los humanos tenemos una necesidad constante de querer desahogarnos o contar lo que nos pasa a otras personas. Esa liberación que produce el hablar de tus problemas o virtudes, causa en ti un estado de bienestar que ayuda a que tu salud sea más fuerte.
La importancia de hablar con otras personas
Hablando se entiende la gente». Tirando de cultura popular nos encontramos con esta acertada afirmación. Pocos problemas existen en la vida que no se puedan resolver hablando. Utilizando las diferentes formas del lenguaje, ya sea la negociación o la simple charla distendida. Hablando se consigue llegar a acuerdos entre ambas partes y como consecuencia se evita un conflicto potencial.
A parte de la utilidad que tiene el dialogar con otras personas para resolver diferentes situaciones, puedes y debes hablar por placer con otra gente. Puedes compartir experiencias, intercambiar opiniones, reírte contando una anécdota, contar un problema que tienes,…
No está bien guardarse todo para uno mismo. La vida compartida es mucho mejor. ¡Ojo! no te estoy diciendo que compartas todo y con cualquier persona. Debes saber distinguir de que puedes hablar con cada persona que te encuentras en tu vida. Pongo un ejemplo para que se vea claramente la explicación. Probablemente, salvo que tu jefe sea muy enrollado, no vas a contarle una anécdota de tu fin de semana igual que se la contarías a una amistad.
La vida en familia
La convivencia en una familia puede resultar complicada entre hijos y padres. Más aún si añadimos abuelos, tíos u otras personas que tengan que vivir en la misma casa por distintos motivos. Normalmente, cuanta más gente vive junta en un mismo lugar, más problemas surgen.
En el caso de una familia con dos hijos (que actualmente es lo más habitual) la vida conjunta debe de partir del diálogo. En especial si los hijos están en las edades que marca la adolescencia. Es una etapa complicada para ellos porque aún están definiendo su personalidad. Sufren importantes cambios hormonales y muchas veces «no saben ni lo que quieren». Ésto les genera una gran frustracción que sale a la luz en forma de discusiones con sus padres por casi cualquier motivo.
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